Las Palmas de Gran Canaria
Las más recientes interpretaciones, en 2005 y 2011, de este título de Donizetti en la Temporada de ópera grancanaria contaron con dos Nemorino de postín: Juan Diego Flórez y Celso Albelo. Todo un reto para el tenor Iván Ayon Rivas, que debutaba en el rol, al tiempo que hacía su presentación en España. Ni en sus mejores sueños habría imaginado el joven cantante peruano que se convertiría en la estrella de la noche, y merecidamente. A sus 27 años demostró que sin duda será una voz de referencia en un futuro inmediato. Cuando parecía que los tenores puramente líricos estaban en extinción aparece él con un bello timbre y un control de fiato espectacular. A ello se une una frescura escénica con la que borda al rudo campesino enamorado.
La prueba de fuego de su interpretación, como es de suponer, fue el aria “Una furtiva lagrima”, a la que imprimió de un sentimiento para el recuerdo. Tan grande fue, que se vio obligado a hacer un bis; algo que ha sucedido en pocas ocasiones en las 53 temporadas locales. Un nombre para recordar: Iván Ayon Rivas.
Al frente de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, en todo caso, había una apuesta segura: José Miguel Pérez-Sierra, quien realizó una lectura fresca y acertada, siempre al servicio de los cantantes y, sobre todo, de una partitura que sonó más alegre y chispeante que las que habitualmente se escuchan.
Magnifica la Producción Nausica Opera Internacional de Parma, basada en el mundo creativo del colombiano Botero, inspirada en el mundo del circo. Colorida, imaginativa, sin añadidos innecesarios y con un vestuario espectacular. La dirección de escena de Víctor García Sierra, pletórica de humor y guiños, igualmente destacable. Todo un acierto la inclusión de números de circo que no solo ocupaban la escena, sino también el patio de butacas.
Con todos estos ingredientes, como es de suponer, la reacción del público fue de entrega total. Los aplausos, que no cesaron en toda la función, al final, fueron atronadores. ¡Qué gran noche!